jueves, 5 de marzo de 2009

El Bostezo

"Buoaaah..." "¡Tápate la boca! maleducado!"

Es la escena más repetida en la franja de primera hora matinal en cualquier núcleo urbano. ¿A quién no le ha pasado que en el metro, autobús, conduciendo o andando camino a la escuela le han entrado unas ganas terribles de aspirar aire profundamente?

El bostezo. Ese misterioso amigo que nos acompaña durante el día. Es incalculable las veces que llega el ser humano a bostezar durante el transcurso de una jornada. Probablemente depende cada persona, de la situación en que se encuentre, y las personas que lo rodeen. Pero realmente, ¿es el bostezo una acción únicamente humana? Para nada. Cualquier animal puede llegar a bostezar. De hecho ni siquiera se ha demostrado científicamente por qué bostezamos. Se especula que puede ser una reacción a la falta de oxígeno, o a la necesidad de refrescar la temperatura corporal. Pero ninguna de las dos hipótesis ha sido aceptada por la comunidad científica.

Entonces, ¿por qué ocurre? O mejor dicho, ¿nos ocurre a todos por igual? Me refiero a todas las especies animales. Y es aquí cuando nos distanciamos del resto. El ser humano es el único capaz de sentirse influenciado por el bostezo de un semejante, muchas veces acompañándolo con otro bostezo en señal de ¿igualdad? ¿amistad? Quién sabe. Lo que sí sabemos es que pese a ser un distintivo animal, no podemos considerarlo un símbolo social. Existía la creencia de que el bostezo podían ser los restos de un sistema para coordinar el estado anímico de un grupo. Pero sabiendo que el ser humano no es el único que bosteza, queda descartada como teoría.

Personalmente no ni me he planteado por qué bostezamos. Tiene tan poca importancia en nuestra vida que parece estúpido malgastar el tiempo investigándolo. Pero ¿quién no daría un brazo por frenar ese bostezo en la cena de empresa, durante el discurso del jefe, justo en el momento que te mira directo a ti, a punto de condecorarte como el empleado del mes?

Amigos, el bostezo. Bostezo, tus víctimas.